¿Es correcto hablar de un "cerebro emocional"?



En la cultura popular existe la idea muy extendida de que el cerebro humano tiene una parte emocional y otra racional.
El cerebro emocional, que habríamos heredado de nuestros antepasados más primitivos, sería aquél gracias al cual tenemos emociones, sentimientos e impulsos difíciles de reprimir, mientras que el racional se encargaría del análisis más concienzudo y lógico de las situaciones que vivimos o imaginamos.

Sin embargo, tal y como hemos visto, el sistema límbico está profundamente interconectada con otras áreas del cerebro no directamente identificadas con aquello que conocemos como las emociones, por lo cual la idea de que tenemos un cerebro emocional es, en buena parte, una manera excesivamente imaginativa de entender esta red de conexiones.

Además, hay que tener en cuenta que si hablamos de un cerebro emocional es para contraponer este concepto a la idea de un cerebro racional, que estaría representado por las zonas más superficiales del lóbulo frontal y el parietal. Sin embargo, si en el caso del sistema límbico al menos sabemos que es un conjunto de estructuras bastante antiguas en nuestra línea evolutiva, la idea de que hay en nosotros una parte de nuestro cuerpo hecha para pensar racionalmente con cierta autonomía es directamente una ilusión.

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